El enviado especial del Secretario General de la ONU para el Sáhara Occidental, Christopher Ross, actualmente de gira en la región, se inclinó ante los caprichos de los dirigentes argelinos, recorriéndo la capital para reunirse con ellos.
Después de haber sido recibido este fin de semana en Argel por el primer ministro Abdelmalek Sellal, el ministro de asuntos exteriores Ramtane Lamamra y el Ministro delegado encargado de asuntos Magrebiés Abdelkader Messahel, Christopher Ross también tuvo derecho a una audiencia en el palacio presidencial de Al Muradia con el moribundo presidente Abdelaziz Buteflika que lucha por levantar su voz casi inaudible.
Este entusiasmo es difícil de explicar cuando sabemos que la Argelia oficial siempre ha proclamado su neutralidad en el conflicto al dar cualquier persona que quiera escuchar que ella no es parte involucrada en la disputa territorial entre Marruecos y el Frente Polisario.
Pero parece que el Secretario General de la ONU y su colaboradores màs cercanos han finalmente adivinado las ambiciones hegemónicas del régimen argelino, que busca a través del juego del chantaje proporcionarse un corredor a través del Sahara Occidental, dándole acceso directo a la fachada del Océano Atlántico.
Las Naciones Unidas tratan de presentar otra solución política negociada para cerrar este viejo dossier.
Los dirigentes de la ONU llegaron a la misma conclusión en 2008 por el antiguo mediador para el Sáhara Occidental, el holandés Peter Van Walsum que dijo que la opción de la independencia era imposible.
La propuesta de una amplia autonomía para el Sahara bajo soberanía marroquí, tiene una mayor probabilidad de ser aceptada como una alternativa, en su forma original o en una forma similar que se acerca a un sistema federal.
El plan de autonomía marroquí ya goza de un amplio apoyo en el seno de la comunidad internacional y fue calificada por las grandes potencias, de propuesta «seria, creíble y realizable».
La pregunta es si el gobierno argelino, và finalmente, cuarenta años después de fabricar la fantasmal República Saharaui (RASD) admitir el fracaso de sus maniobras geoestratégicas para balcanizar la región y debilitar a Marruecos, cuyos dirigentes de Argel hiciéron su adversario número «uno» en el continente africano y el mundo árabe.
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