La solución del conflicto del Sahara anquilosado por España y Argelia

España como antigua potencia colonial del Sáhara Occidental y Argelia, país anfitrión y principal apoyo del Polisario, son los únicos que tienen la clave para la solución definitiva del viejo conflicto sobre el Sahara marroquí.

Si en lugar de jugar el doble juego de acuerdo a sus intereses políticos y económicos, España que conoce bien el dossier de haber ocupado durante décadas la zona sur de Marruecos, debe tener la voluntad política y el valor de defender abiertamente testigo institucional del Sahara marroquí y defender estas verdades históricas ante la ONU y la comunidad internacional.

Los españoles son los mejor situados para saber que durante la colonización del Sahara Occidental, ningún movimiento de liberación saharaui revendicaba la independencia del Sahara Occidental y que las tribus saharauis siempre han buscado la monarquía marroquí para proporcionar armas y municiones que les servían para luchar contra las fuerzas de ocupación.

España es también uno de los cinco miembros del grupo de Amigos del Sahara Occidental, junto con los Estados Unidos, Francia, Rusia y Gran Bretaña tiene la capacidad de desempeñar un papel decisivo en la rápida resolución de esta disputa territorial.

Pero a diferencia de sus vecinos franceses que son más honestos y transparentes en su posición sobre este asunto, los dirigentes españoles de derecha e izquierda, continúan adoptando posiciones mitad cal, mitad arena, de acuerdo con sus intereses económicos y políticos.

Por su parte, se supone que los dirigentes argelinos no ignoran que es en suelo argelino que el famoso Frente Polisario ha surgido y que su supervivencia está en deuda con la voluntad política de Argelia, asi como su apoyo financiero, militar y diplomático.

Mientras que proclama su neutralidad en el conflicto del Sahara, los dirigentes argelinos continúan apoyando las demandas separatistas del Polisario y se niegan a admitir que el problema sólo es el residuo de la guerra fría y la consecuencia de sus viejas rivalidades geoestratégicas con el vecino marroquí.

Si el gobierno de Argelia fue serio en su enfoque, hubiera podido ceder totalmente la mano a la ONU para resolver el conflicto entre hermanos marroquiés y saharauis en vez de seguir a despilfarrar el dinero de los contribuyentes argelinos en un sinfín de medios de comunicación y en campañas diplomáticas abiertamente hostiles a Marruecos y a sus intereses supremos. Los saharauis en los campamentos de Tinduf podrán volver libremente a su país de origen y el espinoso asunto del Sahara se cerrará definitivamente.

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