Uno de los grandes problemas que incomodan al nuevo jefe del Polisario, Brahim Ghali, es encontrar maneras para poner fin al colapso diplomático del Frente, cuya retirada reciente por Jamaica de su reconocimiento de la República Saharaui es la parte visible del iceberg, según una fuente bien informada en los campamentos de Tinduf.
En los últimos años, unos 46 países han retirado su reconocimiento de la República del Sahara. La mayoría finalmente se han dado cuenta del engaño de la proclamación de esta entidad fantasma por el Polisario, hace 40 años bajo el impulso de Argelia y con el apoyo activo de Gaddafi.
Pero después de los años de expansión en el que el Polisario podría contar con los coroneles Bumedien y Gaddafi, después de la muerte de Hugo Chávez y el retiro político de Fidel Castro, las cosas empezaron a ir mal. Hoy en día, sólo una treintena de países africanos y los países de América Latina mantienen este reconocimiento, la mitad de ellos en África.
En otras partes del mundo, ninguna gran capital toma seriamente la viabilidad de una moda llamada República por menos de un millón de habitantes situada además, en los desiertos del Sahara y en un contexto regional con inestabilidad crónica .
Es a través de este diagnóstico frío y amargo, los dirigentes del frente separatista buscan en el pánico cerrar las brechas de lo que se ha convertido en una bañera diplomática. Sólo el problema diplomático del Frente Polisario no es realmente el suyo. Es más bien el de Argelia, ya que fue a través de la financiación, al apoyo logístico y al lobbying de Argelia que el Frente saharaui pasa a moverse y ser introducido en el extranjero.
Sin los pasaportes argelinos y sin el personal diplomático de Argelia, los dirigentes del Polisario serían incapaces de organizar cualquier actividad en el exterior. El régimen argelino tiene la ventaja en la supervivencia del Polisario, ha hecho la misma conclusión angustiosa en la debacle diplomática de su criatura.
Esto no excluye que puedan persistir, la clave es mantener el Polisario como una chinita en el zapato de Marruecos y de torpedear el plan de autonomía, que sin embargo cuenta con el apoyo de gran parte de la comunidad internacional. Evidentemente, es desde esta perspectiva que debemos tener en cuenta la exitación diplomática del ministro argelino de Asuntos Exteriores, Ramtane Lamamra.
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