El ministro marroquí de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional, Nasser Bourita, reveló el martes en Lisboa algunos detalles de las conversaciones bilaterales que tuvo con el enviado personal del Secretario General de las Naciones Unidas para el Sahara, Horst Köhler.
Estas discusiones tuvieron lugar globalmente «en una atmósfera de serenidad y los debates fueron ricos y fructíferos», dijo a la prensa Nasser Bourita, asegurando que «la atmósfera era de seriedad y respeto mutuo».
El jefe de la diplomacia marroquí dejó en claro que «no se trata de un proceso de negociación o de una negociación, sino de un contacto para discutir la evolución del problema del Sahara marroquí».
Nasser Bourita estuvo acompañado por el Representante Permanente de Marruecos ante las Naciones Unidas, Omar Hilale, así como por los presidentes de las regiones de El Aaiún-Sakia El Hamra y Oued Dakhla Eddahab respectivamente Sidi Hamdi Ould Errachid y Ynja Khattat.
Los debates, agregó, «permitieron a la delegación marroquí recordar la génesis de esta disputa regional y las consideraciones políticas, legales y geoestratégicas que llevaron a su nacimiento en la década de 1970».
Los miembros de la delegación tuvieron la oportunidad de presentar, Horst Köhler, que estuvo acompañado por su alto asesor David Schawke y su portavoz, Obina Okinba, detalles del plan marroquí de autonomía, el contexto de su desarrollo , su contenido muy rico y su bases legales muy sólidas.
La delegación de Marruecos, recordó Nasser Bourita, llegó a este encuentro con el repositorio de contenido en el discurso real de 6 de noviembre, en la que el Rey Mohammed VI había establecido cuatro parámetros para la continuación de este proceso que son: la solución debe estar dentro del marco de la soberanía del Reino, su integridad territorial y su unidad nacional.
En segundo lugar, el proceso debe incluir a todas las partes interesadas en esta disputa, las partes reales que han estado en la raíz de esta disputa regional.
En tercer lugar, el proceso debe realizarse bajo los auspicios exclusivos de las Naciones Unidas, sin la intervención de ninguna otra organización regional o internacional.
En cuarto lugar, el proceso debe centrarse en cuestiones políticas, lejos de todos los problemas periféricos que a menudo están incluidos en las discusiones para desviar el proceso de sus objetivos principales.