Estados Unidos apoya desde hace varios años el plan de autonomía marroquí para el Sáhara Occidental. Washington considera que en efecto esta propuesta constituye una base sólida para las negociaciones para poner fin al conflicto regional. Esta posición ha sido reiterada por la secretaria de Estado, Hillary Clinton. La jefa de la diplomácia de los EE.UU. hizo estas declaraciones durante una reunión celebrada el 13 de septiembre en Washington, en el inicio de un «diálogo estratégico» entre Estados Unidos y Marruecos. La política de EE.UU. «se mantiene constante desde hace años» sobre la cuestión del Sáhara Occidental, insistió la secretaria de Estado de EE.UU.. Los Estados Unidos han «claramente especificado. El plan de autonomía marroquí para el Sáhara Occidental es serio, realista y creíble «. Para Hillary Clinton, la propuesta marroquí de autonomía «representa un enfoque para satisfacer las aspiraciones de las poblaciones del Sáhara Occidental a dirigir sus propios asuntos en paz y dignidad». La posición de EE.UU. sobre éste tema no es nueva, pero es más defendible que ahora está respaldada por un consenso internacional casi General sobre el tema.
Otras potencias internacionales también creen que sólo una negociación seria y realista puede promover una solución pacífica y duradera del conflicto. Es, probablemente, siendo conscientes de la naturaleza de los conflictos y rivalidades regionales que están en el origen de la controversia, que ni los Estados Unidos ni ningún otro país occidental o poder internacional, hasta la fecha, reconocido al Polisario. Sin embargo, el movimiento armado y apoyado por Argelia, que lucha contra Marruecos por la independencia de la región del Sáhara Occidental, continúa rechazàndo el plan de autonomía. La terquedad que las potencias internacionales juzgan como incompatible con las transformaciones en curso en toda la región. Las grandes capitales están convencidas de los enormes riesgos de desestabilización en el Sahara y en el Sahel. Y ante la proliferación de grupos terroristas vinculados a Al Qaeda, los movimientos rebeldes y las redes de tráfico de todo tipo, la comunidad internacional sabe que no hay lugar para los Estados débiles o frágiles.
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